SINDICAT FANTASMA, FUNDACIÓ FANTASMA

dilluns, 18 de juliol del 2011

 La Fundación fantasma

Pero eso no es todo. Algunas informaciones apuntan también ahora a una supuesta fundación impulsada por el SAP en el año 2008 bajo el nombre de Fundación Santos Santamaría, en honor del agente muerto por una bomba de ETA en Roses en el año 2001. Esta fundación realizó incluso una primera recogida de fondos el año de su creación: 9.600 euros. Pero desde entonces ni se ha inscrito en ningún registro ni se supo nunca nada más. Su objetivo era “implicar a todos los sindicatos y a la Administración para ser un instrumento de apoyo a la tarea policial y mejorar la imagen de los Mossos d’Esquadra, así como dar apoyo psicológico, económico o de otro tipo a los agentes y familiares de los mossos en caso de muerte, lesiones u otro tipo de incidentes laborales”. Además, en aquel momento, el padre de Santos Santamaría estaba en la cúpula de la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT).
Desde algunos sectores policiales se acusa ahora al SAP de oscurantismo, aunque desde este sindicato se responde diciendo que ha ofrecido a los demás sindicatos integrarse en el Patronato. Sólo el SME reconoce que ha habido alguna conversación con el SAP hace varios meses. “El tema cogió fuerza y luego se quedó en stand-by, aunque sigue sobre la mesa. Estamos dispuestos a colaborar, pero juntar a los sindicatos es complicado”. Desde el SPC se asegura, sin embargo, que no saben nada de seguir adelante con el proyecto y que cuando se lo presentaron se negaron incluso a negociar los estatutos de la fundación, que quedaba exclusivamente bajo el control del SAP. Tampoco el presidente de la Acvot en el momento de presentar la Fundación, Roberto Manrique, sabe nada del tema. “Se habló en su momento y luego no se movió más el asunto, por lo menos hasta que yo dejé el cargo en el 2009”, asegura.
Desde el SAP, sin embargo, afirman que la Fundación irá adelante, aunque en estos momentos existen intereses por las cercanas elecciones sindicales que dificultan un acuerdo con el resto de fuerzas sindicales. Lo cierto, sin embargo es que, una vez normalizadas las relaciones de los agentes con la cúpula política, los problemas han emergido por donde menos se lo esperaban: los desencuentros han germinado entre los propios compañeros.

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